💯 ♨️La Brecha Generacional en Finanzas Personales: Crónica de un Asedio de la Generación Z💯♨️

La brecha generacional en finanzas personales es más profunda de lo que imaginas. En esta crónica, te sumergirás en un fascinante relato donde un Baby Boomer explora el vibrante universo de la Generación Z, sus hábitos de consumo, decisiones de gasto y un estilo de vida que desafía las convenciones tradicionales. Más allá de las diferencias de edad, este encuentro se convierte en una valiosa reflexión sobre la gestión de finanzas, la mentalidad de ahorro y el bienestar financiero que definen el éxito en el mundo laboral de hoy en Colombia. Descubre las claves para entender y cerrar la distancia entre épocas, aprendiendo a valorar la disciplina financiera como la base de un futuro próspero, sin importar tu generación. Lee el artículo completo, haciendo clic aquí:

Ròbinson Hurtado de Oro

9/19/20257 min read

La Brecha Generacional en Finanzas Personales: Crónica de un Asedio de la Generación Z

El Primer Asalto: Gastos, Estilo de Vida y la Brecha Generacional

Toda mi vida me he considerado un explorador de mundos, un testigo de épocas. Pero ninguna expedición me preparó para la que viví este Viernes. No se trató de desenterrar viejas ruinas, sino de sumergirme en un universo tan fascinante como ajeno: el de la Generación Z. El escenario fue una jornada de convivencia para la despedida de soltero de mi futuro yerno. Y yo, con mis 57 años a cuestas de origen pueblerino y campesino, me convertí en el único historiador de esta batalla generacional, enfrentando a esta generación citadina y moderna.

El inicio de la contienda se fijó para la una de la tarde de un Sábado cualquiera de Septiembre del 20254. El primer campo de batalla fue un centro comercial, (Los Molinos en la ciudad de Medellín), donde un escuadrón de nueve jóvenes, nacidos entre 1990 y 1998, se movía con la agilidad de los nativos digitales. Yo, un soldado de la vieja escuela, era el intruso en su burbuja. Observé cómo sus gestas se libraban entre carreras de carritos de mini-karts y partidos de ping-pong. Mientras ellos se alimentaban con el combustible de su era —refrescos, sodas y bebidas de colores—, yo me preparaba para una travesía más larga con el único aliado que entendía: mi bebida favorita, el whisky, un búnker portátil para resistir la tarde.

El contraste en este primer asalto era evidente y, más que una simple diferencia de gustos, revelaba una profunda brecha generacional en los hábitos de consumo. El consumo de alcohol tradicional, arraigado en la cultura de los Baby Boomers, es cada vez menos común entre la Generación Z y los Millennials. Este cambio en el estilo de vida no es trivial; tiene un impacto directo en la gestión de finanzas personales y empresariales, reflejando nuevas prioridades y una conciencia diferente sobre el bienestar y el gasto.

Después de tres horas, la marcha continuó. El segundo frente nos llevó a otra fortaleza comercial con una bolera, (Mall Santafè en Medellín). Allí, aunque hice el esfuerzo de acompañarlos en sus juegos, la brecha generacional se hizo aún más evidente. Mientras ellos se divertían con malteadas, refrescos y una que otra cerveza, mi whisky me recordaba la distancia entre sus costumbres y las mías. Cada sorbo que daba era un recordatorio silencioso de la diferencia en las decisiones de finanzas personales que nos separan: ellos invierten en experiencias y vivencias, mientras que mi generación valoraba el gasto en productos o placeres más tradicionales.

La Estrategia de los Centennials: El Poder de un Idioma de Trivialidades

La verdadera prueba llegó al anochecer, en la unidad residencial de mi yerno. Un salón de juegos y una mesa de billar me invitaron a una acción que conocía desde siempre. Pero la Generación Z, una vez más, desarmó mis expectativas. El billar era una antigualla para ellos; su estrategia se enfocaba en el póker y otros juegos de mesa. Me resigné a ser un simple observador, un espectador de una cultura que no comprendía.

Me percaté de que su verdadero placer no estaba en las grandes hazañas o en los costosos eventos, sino en las trivialidades que para mí eran incomprensibles: risas por memes que no entendía y una camaradería que no necesitaba de un gran evento para ser celebrada. Un gesto de empatía que agradecí fue cuando uno de ellos me invitó a jugar al billar, pero pronto volví a mi esquina, refugiado en mi celular y en mi whisky. Fue entonces, en pleno fragor del asalto, que arribó una flota de cinco cajas de pizza. Un festín de sabores que, para ellos, era el alimento de los guerreros nocturnos. Allí disfruté unos cuantos pedazos, asombrado por el contraste entre mi cansancio y su energía inagotable.

Esta aparente "trivialidad" en su estilo de vida es, en realidad, una lección de gestión de finanzas. En lugar de gastar grandes sumas en una noche, encuentran el valor en la conexión y en las experiencias compartidas que no dependen de un presupuesto monumental. Es una mentalidad de ahorro inconsciente que prioriza lo que realmente les importa: la compañía y la vitalidad de la juventud.

Te invito a leer mi artículo sobre: "El Secreto para un Futuro Financiero: La Historia de un Hombre que Aprendió a Vivir con Menos de lo que Ganaba"

El Dilema del Consumo: Las Lecciones del Conejo y el Pollo

La noche seguía joven para ellos; para mí, a mi edad, las nueve de la noche ya eran medianoche. Intenté ahuyentar el sueño, pero mi cuerpo pedía rendición. Finalmente, cuando el último sorbo de whisky se había evaporado, decidí que era momento de retirarme. Salí a la portería en un gesto de invitación a irnos ya, esperando una despedida que nunca llegó. Después de media hora, por fin llegaron, y mi hijo me soltó una frase que me desarmó por completo: "Vamos a un restaurante italiano".

No podía creerlo. ¿A comer, otra vez? Resistí, pero me uní a ese nuevo asalto. Mientras ellos pedían lasaña, más pizza, dulces, postres y bebidas saborizadas de colores, yo, con el paladar saturado, busqué algo que me conectara con mi pasado. Y lo vi en la carta: "conejo a la no sé qué". Mi mente se transportó a la infancia, cuando mi padre los cazaba y mi madre los cocinaba en un delicioso guisado. Este, me dije, sería mi premio, mi salvación en medio de esta jornada titánica.

Pedí mi conejo, no sin antes advertirle a la mesera: "Que no me vayan a hacer conejo", una vieja expresión que significa "que no me estafen". La joven me miró, perpleja, y me respondió: "Pero si usted acaba de ordenar conejo". Era evidente que mi lenguaje era tan ajeno a ella como los memes de los chicos para mí. El chiste no lo entendió; el chiste era yo.

Minutos después, sirvieron el plato. Era una supuesta carne de conejo, pero como estaba deshuesada, era difícil comprobar que no era "gato por liebre", bañada en una salsa italiana sobre un puré. Intuí la estafa. Al probarla, supe que no era conejo. Era pollo, o quizá, como dice el dicho popular, me metieron "gato por liebre", un sabor insípido, sin el aroma del guisado casero. Una decepción. Mi hijo y sus amigos, que probaron su ración, lo encontraron "re-bueno". Pero ellos nunca han probado la recompensa de una cacería en el campo, el sabor de una tradición perdida.

Esta anécdota, que parece una simple diferencia de gustos, encierra una lección profunda sobre finanzas personales y el consumo en el mundo laboral de hoy. Para mi generación, el valor de una comida estaba en el proceso, la tradición y la autenticidad. Para ellos, el valor reside en la conveniencia, la experiencia social y el disfrute del momento, sin un apego nostálgico. Ambos son válidos, pero el asesor financiero debe entender estas diferencias para guiar a cada generación en sus propias decisiones de gasto y ahorro.

El Secreto Financiero de la Generación Z: Ingresos y Consciencia del Gasto

La noche continuó con risas y conversaciones que me resultaban triviales. Mi mente, bien documentada y siempre dispuesta a conversar sobre economía, finanzas, música o deportes, no encajaba en su dinámica. El cansancio había triunfado sobre mi voluntad. Finalmente, cuando el último sorbo de whisky se había evaporado, decidí que era momento de retirarme.

La jornada me dejó una lección clara: la Generación Z no duerme. Su energía es infinita y su mundo, aunque diferente al mío, es un espacio lleno de vitalidad. Lo más positivo de todo fue que, al final, me rendí. Decidí tomar mi retirada en un Uber, dejando a los jóvenes en su fortaleza nocturna. El costo total de mi participación en esta maratónica jornada de 10 horas fue de tan solo 9.500 pesos, la tarifa que pagué por mi viaje de regreso a casa. La razón es simple: ellos, con sus buenos ingresos del mundo laboral de hoy, no dejaron que yo pagara las cuentas.

Aquí es donde mi crónica se vuelve una reflexión financiera crucial. La Generación Z, a menudo tildada de derrochadora por su enfoque en experiencias, es una generación que ha comprendido la importancia de vivir de acuerdo a su estilo de vida, pero también ha sabido generar ingresos que les permiten darse esos lujos sin comprometer su bienestar financiero. El hecho de que se ofrezcan a pagar todo demuestra un nivel de solvencia financiera y un excedente que les permite ser generosos. Es la misma filosofía de mi padre que convertía la cacería en un festín; la Generación Z convierte su arduo trabajo en la capacidad de pagar la cuenta y disfrutar sin preocupaciones.

La 'Generación Z' tendrá más poder adquisitivo que los 'millenials', según informe de de World Data Lab y NielsenIQ.

Conclusión: Un Asesor Financiero para Todas las Generaciones

Esta jornada me demostró que, aunque las costumbres cambian y las brechas se hagan más grandes, el deseo de compartir y celebrar con los seres queridos es un legado que, sin importar la época, siempre prevalecerá. La lección más importante para mí, como experto en finanzas, es que la asesoría financiera del futuro no puede ser de talla única. Debe entender la particularidad de cada generación, sus valores, sus motivaciones y, sobre todo, su lenguaje.

La Generación Z y los Millennials tienen un enfoque distinto sobre la vida, el ahorro y la inversión. Mi misión, como Robinson Hurtado, es ayudar a cada individuo a encontrar el equilibrio perfecto entre su estilo de vida y sus objetivos financieros. No importa si tu pasión es el whisky, los refrescos de colores o el billar; lo importante es que, al final del día, tengas un plan claro para tu dinero. Mi experiencia en banca me permite ofrecer una visión profunda y estratégica para que, sin importar tu edad, puedas construir una gestión de finanzas sólida que te lleve al éxito en el mundo laboral actual y en la vida.

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